¡Feliz Navidad! (De Agata Cape)

Ay, la Navidad.

Esa época que se reparte entre comilonas, brindis de sidra —o champán, con suerte—, o directamente litros de vino tinto… y blanco… y cervezas. Marisco, carne roja, elaboradas salsas y recetas veggies de lo más depurado.

¿Qué se come en tu casa?

En la mía hay rollitos de salmón ahumado, ternera con salsa de almendra, quisquillas. Es una tradición milenaria que se remonta a… más allá de que tuviera concepto alguno de mí misma.

Ay, la Navidad.

Besos bajo el acebo, el espumillón, poner el árbol a última hora —o en noviembre, no hay término medio—. Gastarse una millonada en regalitos y envolverlos con los ojos vidriosos de ilusión. Estar cerca de los que queremos, o lo más cerca que podemos, dadas las circunstancias…

Ay, la Navidad.

Época de recuentos: ¿qué hemos hecho este año? Ni nos acordamos de los propósitos del año anterior. ¿Tú los cumpliste? Creo que me propuse ir al gym, no volver a probar los pitillos y pasarme al vapeador, pero tras un par de semanas comprobé que no era lo mío. Sí que me hice asidua a las clases de Zumba, en cambio. Y lo he notado, para bien. ¡Qué ritmazo!

Pero, sobre todo lo demás, reiteré mi habilidad en el arte del zapping, aunque ahora lo haga en la pantalla del portátil. Y me di cuenta de lo buena que era escuchando a la gente, mucho más que hablando yo. Fíjate qué paradoja, aunque no pare de contarte mi vida ahora mismo. Y, no sé, pensé en cambiarme el peinado, me lo corté y tal, pero al final me di cuenta de que, a pesar de todos esos propósitos, seguía siendo yo. Aun con los cambios que me proponía, seguía siendo Agata. Agata Cape.

Y eso no está tan mal. ¿Verdad? Lo de seguir siendo una misma, digo.

 

Por eso me gusta Misley, creo: porque me deja cambiar sin dejar de ser yo. Basta con que me combine de otras formas las prendas. Son algo así como universales e intemporales…

No cambiamos en Navidad, si acaso nos hacemos un poquito más conscientes, aunque nos aturda la comida y la bebida.

Celebramos los días con una potencia mayor a la de la rutina habitual, ¿no es cierto? Y eso sobrecoge, claro.

En cualquier situación —incluso en esta, tan complicada—, la Navidad no es del todo fácil. Pero basta rendirse a los copitos de nieve, sea real o artificial; a los abetos; a ese granate que puede con todo… y brindar.

Vamos a brindar.

 

Por ti, por mi, por nosotras.

Por lo que dejamos atrás, por lo que viene.

 

Por todos los looks que ya has lucido. Por los que te quedan por experimentar.

Por la persona en la que te estás convirtiendo. Que me encanta.

Por los que quieres, los que están ahí si arrecia la tormenta de nieve.

Por las veces que se te derrite el hielo.

 

Por… el año de los dos patitos.

 

Feliz Navidad, querida. Espero que celebremos muchísimos más juntas.

 

Firmado: Agata Cape.

 

 

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